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EL PERDON CRISTIANO

En toda relación humana, desde la más ocasional a la más profunda, cada una de las partes espera a que la otra se comporte de determinada manera y a esto lo llamamos: expectativas. Es algo así como una forma de vivir por anticipado nuestras relaciones con los demás, con todas las suposiciones y deseos que tenemos antes de que un acontecimiento suceda.

El Resentimiento, ¿Le hace mal al otro o a usted mismo?

Expectativa es una palabra clave cuando hablamos de resentimiento. Los resentimientos nacen de las expectativas frustradas. Cuando damos por descontado y creemos justo y lógico que el otro se comporte de determinada manera en algo que tiene significado especial para nosotros, y esto no sucede así, nos sentimos injustamente pagados, ofendidos, adoloridos y frustrados. Así comienzan los resentimientos.

Reconozcámoslo o no, de alguna manera nosotros pensamos que la otra persona se va a ver afectada cuando tenemos hacia ella un resentimiento; sin embargo, la paradoja es que el resentimiento es una de esas “victorias engañosas” que obra como un bumerán, es decir, que se devuelve contra el que lo lanza. El dolor que esperaba causarle al otro y todas las demás consecuencias negativas las está recibiendo usted.

Cuando una persona está resentida con alguien, desea vengarse. Quiere que el mismo dolor que está sintiendo, lo padezca el otro y, por lo tanto, lo primero que se le ocurre es retirarle lo más importante que está dando: su amor, su afecto, su amistad o su interés, dependiendo del tipo de relación que tengan. Lo importante es que el otro se dé cuenta de que está herido y esto le duela.

Quien está resentido con otro, sabotea poco a poco su relación porque, a partir de su herida, aplica una forma intransigente y a veces injusta para juzgar lo que la otra persona hace o deja de hacer. El resentimiento cambia su perspectiva de la relación, usted comienza a ser menos benévolo con el otro; algunas cosas que antes no le molestaban ahora las encuentra insoportables y, aún más, lo que todavía funciona bien entre los dos, empieza a parecerle falso o sin sentido.

Esto lo aplica no sólo al presente y al futuro sino a su análisis del pasado, y allí encuentra muchos motivos de queja de los que “no se había dado cuenta antes”. Este es el momento en que usted se pregunta: “¿Por qué fui tan ciego o ciega ante todo esto?, ¿cómo fue que deje que esto sucediera y no reaccioné? Lo que pasa es que ahora está mirando las cosas con otros “ojos”. Ya no tiene la flexibilidad, la comprensión y la buena voluntad que tenía es ese momento hacia esa persona. Ahora, debido a su herida, usted se ha convertido en “un enemigo” y ya no está dispuesto a disculpar nada.
Cuando las cosas llegan a este punto, lo único que nos parecería aceptable sería que el otro se diera cuenta de “lo que nos hizo” –a veces pretendemos que esto suceda sin decírselo directamente -, que nos presentara disculpas y que, de alguna manera, nos dijera que también le duele que le quitemos nuestro aprecio. Generalmente, no sucede nada de esto y aún cuando usted esté muy adolorido, es posible que el otro ni siquiera se haya enterado del asunto. El que verdaderamente sufre con el resentimiento es el que lo siente, no es otro.



¿CÓMO SE CREAN LAS EXPECTATIVAS?


Lo que realmente cuenta en un resentimiento es lo que esperábamos que fuera y no fue; es decir, nuestras expectativas frustradas.

Para formar esas expectativas, utilizamos varios recursos. Casi siempre, cuando establecemos una relación con el otro, ya existen unos "acuerdos" más o menos claros de lo que podemos esperar. Si usted va a la lavandería a que le laven un vestido, no tiene que decirles que espera que no se lo vayan a dañar o perder. Si matricula a su hijo en un colegio, no es necesario que advierta que sus expectativas son que le enseñen lo que corresponde y que no lo traten mal o lo agredan físicamente. Cuando consigue una pareja, tiene sus expectativas sobre el comportamiento de esa persona y la mayoría de las relaciones humanas tiene unas expectativas generales ya determinadas acerca de lo que puede ser o no se puede esperar en ese tipo de relación.

A esto se le suma lo que nosotros conocemos acerca de la conducta anterior del otro. De acuerdo con lo que sabemos de la otra persona, deducimos la forma como podría actuar en el futuro. Si i jefe es muy serio y distante, yo no espero que me haga una broma o me dé una abrazo muy efusivo el día de mi cumpleaños. Sin embargo, estas expectativas que tenemos acerca de que el potro se comporte de la misma manera como ya lo ha hecho otras veces, son inciertas, ya que la forma de obrar de una persona sólo la refleja en el momento en que está actuando. Esa persona puede decidir cambiar su conducta como decide cambiar su forma de vestir, ya que nadie está atado a lo que piensa o a cómo actúa en un momento dado y, por el contrario, siempre tiene la posibilidad de ensayar nuevas opciones.
Otro método que utilizamos es el del propio deseo. Esperar con el deseo: “como yo quiero tanto a esa persona y ella a mí, estoy seguro de que...”, “como yo me he portado tan bien con tal persona, espero que el...” allí comienza nuestra anticipación del futuro...y se mezcla con aquello que deseamos a nos gustaría que fuera. 


Fuente: 
Reflexión Cristiana
http://www.estudios.me/2013/06/reflexion-cristiana-como-nace-en-tu.html

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